viernes, 30 de enero de 2015

De la abstención

Los resultados de las últimas consultas electorales, incluidos referendums atípicos, me han hecho reflexionar sobre los que no votan y lo que provocan. ¿Es serio decir que en Grecia se ha producido un vuelco? La realidad es que a Syriza le ha votado menos del 30% del censo electoral, del referéndum catalán ni hablamos. Los sistemas electorales, salvo los anglosajones, benefician a los partidos grandes. El miedo a la atomización de los parlamentos, y la consiguiente ingobernabilidad, lo motivó. Lo que no contemplaban los legisladores era la alta abstención. Los resultados son legales, pero, si se diera el caso, ¿es ético que el 25% del electorado provoque que Grecia salga del Euro o inclusive de la CE? En Cataluña las cifras no son muy diferentes en lo que se refiere a su independencia.

En la desmotivada sociedad actual la aritmética electoral tiene como resultado que estamos en manos de grupos organizados de opinión, una oligarquía de políticos, adiestrados en los medios y las consignas, que dominan los comicios desde la minoría. En la Alemania de los 30 hubo un partido populista que disfrutaba con un escenario similar. Yo tengo una propuesta para acabar con esto: ¿y si consideramos a la abstención como un partido? Si alguien no va a votar es que nadie le motiva lo suficiente para ello. Entonces, que no se adjudiquen los escaños. En este caso, ningún político ha hecho bien su trabajo más primario y no merece cobrar por ello. En España se conseguiría que cualquier mayoría cualificada devendría del consenso. Una Ley Orgánica o la Constitución no se podría reformar por un solo partido, salvo que a base de buena labor la participación subiera. La vida diaria no tendría mayor problema pues la mayoría de leyes, presupuestos incluido, se pueden aprobar por mayoría simple. Como muestra un botón, en el caso de Grecia, los 50 escaños que se otorgan al ganador hubieran sido asignados a los ausentes, con eso, ya empezaría a ahorrar un dinero muy útil para repartir entre los más necesitados.

Hace 15 años

Aún con canas tuiteo. El otro día leí uno que me ha hecho cabilar, "En España estábamos mejor hace quince años, cuando globalmente eso no es así". Y yo, ¿cómo estaba hace quince años? En muchos aspectos, especialmente económicos, mejor, pero, no tenía mis hijos, además no había vivido una primera década de siglo especialmente intensa. Hoy he cambiado seguridad por incertidumbre; patrimonio por experiencia. Esto último sólo lo siento por mis hijos, y mi comodidad. La experiencia te puede devolver lo perdido, o no, pero es algo que, esencialmente, no me importa. Lo primero, en cambio, es lo que me ha movido a escribir. No tengo especial miedo a lo que me ocurra personalmente, incluso cuando vivo al día, o a veces he vivido por debajo de ese nivel. Mis preocupaciones están relacionadas con los cambios que se han producido y los que se intuyen, en el mundo y especialmente en España.

Como el abuelo de Henry Fonda en los Cuatro Jinetes del Apocalipsis temo por el mundo que vamos a dejar. Temo al desarraigo, lo sufro, por fallos propios y ajenos, lo peor he llevado este riesgo a mi prole. Tener claro quien soy y donde estoy no es fácil después de tanto cambio. Lo primero espero saberlo, sobre lo segundo, ni se donde acabaré, ni como. El segundo cabalga sobre la demagogia. Se ha instalado en casi todos los frentes políticos, pero son aquellos que con la bandera de la regeneración me dan miedo. Pretenden asentar un pensamiento único, una tiranía con apariencia democrática basada en el tercer jamelgo, la corrección política. Quieren crear clones que repitan su laica homilía de trasnochada e izquierdosa moral. Me aterra pensar que no se puede pensar diferente y parece que vamos, oprimidos por algunos medios, hacia ello.

Dejo para el final el único con el que coincido con el argentino. Hoy, a diferencia de hace quince años, temo a la guerra. Sufro no porque mi generación vaya, o la hayamos conocido en masa, gracias a Dios, generalmente, la hemos evitado. Me desasosiega pensar que la generación de mis hijos la tenga que sufrir. Los acontecimientos, especialmente con el problema islamista al frente, nos va llevando poco a poco hacia un precipicio por el que, si no se ataja, posiblemente caigamos sin remisión. Pasada la Guerra Fría no podíamos vislumbrar una tercera contienda mundial, hoy, ya no es así. Espero equivocarme por mis hijos y los vuestros...

martes, 27 de enero de 2015

Democracia=Populismo

Hoy, escribo el lunes 26 de Enero, ha vencido la democracia. En su cuna, Syriza, la que en su momento fue un movimiento antisistema, ha vencido en las elecciones generales rozando la mayoría absoluta. Según leo y escucho lo ha hecho porque desean transformar una situación insostenible, quieren acabar con la tiranía de la Troika, ese pool de países  y organismos que, en años anteriores, salvó en sucesivas ocasiones el colapso del Estado heleno. Quieren reformar el sistema político, ese que le ha permitido llegar al poder con el apoyo del 30% del censo electoral. Los 50 diputados que el sistema electoral griego otorga al ganador magnifica los resultados pero la realidad es que 7 de cada 10 electores griegos, o no votó, o eligió otra opción,

Grecia fue a la bancarrota por el despilfarro y la corrupción. Quieren arreglar un problema de tesorería negociando con sus deudores, a quienes les han insultado. Su voluntad es ahorrar en intereses para incrementar el gasto corriente e inversión, Así crearán empleo y subirán sueldos. Bajo mi humilde entender suena muy bien, tener un problema y que te lo arreglen, pero, en el mundo globalizado en el que vivimos, donde la productividad es lo que manda, ¿por cuanto tiempo es sostenible un aumento de inversión y una subida forzada de salarios? ¿Para tanto da renegociar la deuda? Sólo como ejemplo, la deuda pública helena se eleva por encima del 180% de su PIB. Pensar el particular que nuestros problemas nos lo va a arreglar otro, es cuanto menos ingenuo. Podrán arrreglar o moderar algún problema particular, mejorar algún servicio o prestación pública, pero salvo en países pequeños y muy ricos, como Noruega, es impensable que el estado nos pueda mantener. Todos los cantos de sirenas previos a las urnas nos hace pensar que el conjunto de promesas se hicieron para llegar al poder. Por ello debería renombrar este artículo como Populismo=Demagogia.

Otra de las propuestas estrella de Syriza es la de reformar el sistema y llevarlo hacia una democracia participativa tipo la suiza. Es al menos curioso los que han llegado al poder con un sistema pretendan cambiarlo en su beneficio. Me explico, la democracia participativa, en un país donde incluso en sus circunstancias tiene casi un 40% de abstención, favorece a aquel partido que surge de la unión de diversos grupos de los llamados antisistema. Están acostumbrados organizar asambleas, donde unos pocos bien instruidos manejan a muchos. Todo me lleva a pensar que rara vez saldrá algo distinto a lo propuestos por sus líderes, entonces el 30% mandará sobre el 70%. Es la oligarquía proletaria, donde unos pocos dominan a una gran minoría suficiente para sojuzgar a la mayoría. Pasamos entonces al último titular Populismo=Tiranía. He planteado tres posible titulares para este artículo, si escoges el primero sólo piensa que en la Historia hay muchos ejemplos de tiranos elegidos democráticamente.