Sevilla, a 4 de enero de 2011
Ya desde hace tiempo me ronda este tema, para mí, uno de los mayores cánceres actuales, y no hablo de medicina, es la manipulación. Cuando en el colegio uno acertaba la solución de una suma, ésta era correcta, cuando en un examen de geografía se respondía bien la lista de los ríos de España, también. Ahora esta palabra no se bien lo que significa, o al menos el sentido que algunos pretenden darle.
Cuando mi suegro, afable señor rondando los noventa años, comenta que algo es lo correcto, se lo que quiere decir: lo que se debe hacer. Y, ¿qué es esto?, para él, existen unas reglas no escritas a las que atenerse. Éstas no se refieren especialmente a temas formales o de educación, que también, sino más bien a todo aquello que debe hacer una persona según su condición o cuna, lo cual es más profundo, sigue hablando de clases. En el fondo habla de un último reducto del Antiguo Régimen. En mayúscula, es un rescoldo, no decimonónico, sino medieval. ”Eso alguien de tu educación/condición no lo puede hacer”. Todo esto está en vías de desaparición, sólo falta que los miembros de su generación y puede que otra más nos dejen y será parte de la historia.
Lo comentado no merece una reflexión más larga de la cuenta, es algo superado por nuestra generación, los mayores ya no nos imponen gran cosa y menos ideas o gustos. Correcto, a parte de en las matemáticas, y sobre todo, cuando hay un axioma de por medio, no hay demasiadas cosas. En otros temas, ciencias incluidas, todo varía demasiado rápido, especialmente en los morales, por tanto ¿qué es lo adecuado? Salvando aspectos inherentes a la condición humana, con caracteres, para mí, casi matemáticos, otros dirían natural, divino o como quieran, lo demás ¿quién lo determina?
Para los antiguos si estaba claro, las reglas estaban más que establecidas. Yo, ingenuamente, pensaba que lo iniciado años atrás y rematado con el 68 implicaba la victoria de la democracia y la libertad personal del individuo. Los derechos políticos se habían ido alcanzando, en casi todos sitios. Los sistemas políticos fueron adoptando estas formas durante los siglos XIX y XX, en España más tarde, en Rusia aún más y en Cuba o Bielorrusia todavía están por llegar. Los personales se asientan, sobre todo, a partir de los años 60 con el flower power o el Concilio Vaticano II…Feminismo, libertad sexual, religiosa llegan a unos niveles nunca conocidos, pero, no hay más craso error, y es mío, pues, nos encontramos con la dictadura de lo políticamente correcto.
Lo que parecía hace unos años que eran unos derechos adquiridos han empezado a cercenarse. Si, lo que parecía una expresión sin más, una coletilla que nos decía que las formas en democracia hay que mantenerlas, especialmente, en las manifestaciones públicas, se ha convertido en una de las peores dictaduras, es en nombre de la democracia. La base de la libertad empieza, por supuesto, teniendo una opinión pero uno después tiene que ser libre para expresarla. Desde hace tiempo la progresía intelectual ha dejado las barricadas y se ha aburguesado, tocó el poder y se ha dado cuenta que cerca de él hace menos frío. Desde entonces ha buscado la fórmula de perpetuarse, parecen los mismos de aquel mayo pero ahora pretenden imponer su pensamiento. Es algo tan sencillo como que si tienen la autoritas, pues moralmente ellos se creen superiores, y encima los medios de comunicación son cercanos o de alguien que no se atreve a confrontarse directamente, el mensaje no para de repetirse hasta que tiene apariencia de verdad establecida.
Escribo y, sin de verdad asombrarme, mi tesis afirma que después de tanta revolución, pugnas, incluyendo muchas muertes y sacrificios, los mismos intelectuales y políticos que rompían con el pasado hoy intentan imponer un sistema similar al escolástico. Ya no es el reino del silogismo, es peor, se basan en lo que digan cuatro intelectuales correctos, acertados, según ellos mismos, o sus seguidores, fieles a su dogma, la lógica o un razonamiento crítico o comparativo no existe, ni se sostiene. Estos deben declararse de izquierdas, por supuesto hablar del pueblo, de conquistas sociales, de la maldad del rico, aunque ellos se hayan enriquecido precisamente con ese discurso. No suelen responder a los problemas actuales, hablan de forma vacía de grandes cuestiones morales y si se le discute su opinión suelen repetir la misma cantinela, el de enfrente parte de hipótesis erróneas por tanto sólo ellos pueden tener razón. Alguna vez he llegado a escuchar a un iluminado que no existen intelectuales de derechas, pero lo son estos de izquierdas.
Yo pensaba, ingenuamente repito, que desde el 68 cualquiera podía expresar su opinión, pero no, te la publican sólo si se sigue a la manada políticamente correcta. Hay obligación de ser de izquierdas, aunque eso hoy en día no se sabe que significa, con una estética en el lenguaje y en la imagen adecuada, en el vivir no tanto. Se debe ser feminista, ateo, socialista…Si se está fuera de tipo la opinión de uno no cuenta. No voy a ser quien defienda al machista, ni al creyente, ni mucho menos al de derechas, pero pienso que todos los que siguen tan alegremente lo correcto, ni son de corazón tan feministas, ni tan laicos y menos tan cercanos a los necesitados. No son consecuentes y sus mensajes se quedan en mera forma. A los ejemplos me remito, después de lo que dio el clan Bardem con la guerra del Golfo, la Pe va a parir en Los Ángeles para que la criatura sea de nacionalidad norteamericana, la SGAE clamando por la propiedad intelectual o Leyre Pajin animando a la delación. ¿Puede haber más incongruencia? Todo lo que cuentan es pose, ni ellos mismos se creen lo que dicen y los que lo hacen son unos borregos sin capacidad de opinión. Alguien se puede creer que el votante medio socialista, ese del cinturón obrero de Madrid o Barcelona o aquel del campo andaluz o extremeño es tan feminista y no le importa que su hija menor aborte sin su conocimiento, o no le jode no poder fumar en su casino o no le gustan las películas de vaqueros.
No hay nada más carca y superado que seguir la manada, para todo hay que tener opinión, y si no se tiene que sea porque uno no se ha planteado el tema, pero no por seguir la del jefe de tribu. No defiendo el relativismo, las cosas no son buenas o malas según se mire, sino la libertad personal de tener una opinión, de debatir y no tener porque estar de acuerdo para poder convivir. Pero los correctos no potencian la educación, entienden que los medios de comunicación deben tener un discurse monocorde e intentan excluir a todo aquel que no muestre adhesión al movimiento. Yo, ingenuamente, pensaba que la izquierda era libertad, lo incorrecto y que defendían el ser distinto e inconformista en el vivir, incluyendo el vestir. Pero de verdad que estaba equivocado, parecen clones hablando o vistiendo. Al final lo único que se es soy manifiestamente incorrecto tanto para mi suegro como para los políticamente correctos, soy liberal, y ni hablo ni menos escribo para todos y todas aunque sea feminista.
El liberal