miércoles, 9 de febrero de 2011

De la democracia en España (I) La libertad de eleccion

Sevilla,a 9 de febrero de 2011



            La verdad que llevo un tiempo sin publicar nada pero es que llevo largo reflexionando sobre este tema. El título es quizás pretencioso, el tema también, pero es algo que me preocupa y debiera hacerlo a todos. ¿Estamos realmente en un país totalmente democrático? Llevo dándole vueltas al asunto desde diversos aspectos, como os podéis imaginar mi respuesta es no, quizás no sea de forma rotunda, pero humildemente considero que nos han birlado una buena parte de  la democracia que todos pensábamos que disfrutamos. En este artículo me interesa referirme a la libertad de elección, desde dos aspectos, la nuestra individual y  los mimbres que disponemos para llegar al convencimiento en el momento del voto, y en segundo lugar, el sistema de partidos actual en España.

            Es un tema recurrente que no paro de mencionar, si el individuo no tiene medios intelectuales para entender su entorno y hacer una sana crítica de los aspectos generales que le afectan en la vida, ¿cómo va a fundamentar una decisión tan importante como es el voto? No hablo de que nadie tenga que dar explicaciones, si no de que el voto debería ser razonado y no porque si. Cualquiera piensa que tiene una ideología política, pero pocos son capaces de explicarla aunque  sea someramente. La mayoría son de izquierda o derecha por nacimiento, pensaba que el estado feudal había terminado, pero no. Hace años se tenía la  excusa del franquismo y de las desigualdades económicas, después de treinta y cinco años de democracia hay muchos sentados en bancos de congreso cobrando que deberían hacer examen de conciencia. En una novela que me encanta, Doctos Zhivago, Lara en un momento le dice al doctor algo así como “somos tan pobres (intelectualmente hablando) que siempre estamos en la misma orilla”. No se refiere a ser chaquetero, si no a tener la capacidad de evolucionar, de cambiar  de opinión y no ser monolítico, aquí la mayoría sólo critica al de enfrente. Así, ¿para que votamos?, Desde hace veinte años, la pauta parece igual, gobierno socialista hasta arruinarnos, o casi, y gobierno popular hasta que ya pensamos que somos ricos, porque en el fondo ser de izquierdas es más romántico. Los suelos están claros, al menos un setenta por ciento del electorado jamás  cambia su elección, para ellos significa que ni González, ni Aznar, ni este que hoy tenemos, lo hicieron suficientemente bien para votar  su reelección. Inclusive hay quien propugna a Rubalcaba como mejor baza electoral, ¿no ha sido ministro siempre con Zapatero?, ¿es que hay socialistas que piensan que son algo distinto?

            Aquí viene el segundo punto y para mi donde se produce el verdadero expolio democrático. El sistema está basado en una Constitución que pretendía asentar los valores parlamentarios en una España que venía de cuarenta años de dictadura, hasta  aquí de acuerdo, pero ¿estás reglas de juego sirven treinta y cinco años más tarde? Se dotó a los  partidos con un sistema electoral que los haría fuertes hasta llegar a un bipartidismo, rompiéndose esto sólo en ciertas comunidades autónomas. Creo que no es intrínsicamente malo, lo que es perverso es el uso que les han dado los partidos. Nosotros votamos lo que nos ponen por delante y al final un buen porcentaje lo  hace más porque no llegue el otro al poder que por lo que le propone el signo de su elección. A veces da vergüenza ver el congreso de los diputados, ¿hace falta tanta gente?, ¿son todos especialistas en algo? No lo creo, son el resultado de las pugnas de poder internas de los partidos. No nos engañemos, los que mandan en este país son los que ponen y quitan en las listas electorales de cada partido. Es imposible, con el sistema actual, que un independiente consiga algo excepto llegar a ser alcalde de su pueblo, o comunidad uniprovincial. Los partidos sólo intentan vendernos algo en campaña, después pasan a ser empresas privadas que buscan sus cuotas de poder en todo el sector público y sus satélites, fijaos lo  que han liado en las cajas. Todos los partidos actúan de forma similar, tienes que formar parte de una familia o grupo, estar protegido al más puro estilo caciquil, o mejor aun siciliano. Cada grupo  se divide a su vez en subgrupos y así sucesivamente hasta llegar a la base. Los que deciden quien se promueve dentro del partido y fuera de él, colocándole en cualquier puesto de más o menos relevancia, son los jefes de grupo, pero este nunca querrá que sus pupilos le hagan sombra. La unidad del grupo es lo que les da fuerza, por tanto hay varias pautas a seguir, no se puede dudar de la opinión del superior y por supuesto no se puede tener iniciativa propia. Todo esto hace que los que suban sean los dóciles pelotas serviles, ellos llegaran a sitios tan notables como concejalías, diputaciones, alguno a diputado regional y quien sabe hasta consejero o inclusive presidente de Caja. Mientras, ese que daba ideas y mostraba inquietud, con una cierta capacidad intelectual, seguirá toda su vida de militante llevando la solicitud de voto por correo a la ancianita que le digan. Antes de la transición no existían los partidos, y lo que así eran no tenían las estructuras profesionales de los actuales, a partir de ese momento entraron cientos de independientes que elevaron la capacidad de los mismos. Ahora ocurre exactamente lo contrario, y se han convertido en una agencia de colocación para mediocres.

            Si alguien ha conseguido leer hasta este punto habrá entendido mi desazón, ni  tenemos cultura,  ni la fomentan, sólo se ve mediocridad, y además vende, en los políticos sólo importa la salud del partido. La verdad que alguien sigue creyendo que vivimos en un sistema democrático pleno, si, podemos ir a votar, pero de verdad los que salen elegidos nos representan o apenas que firman su acta se ponen a las órdenes del que mande en su grey. Hace falta una reforma urgente del sistema electoral que separe de verdad los poderes, que promueva la entrada de independientes con experiencia en la calle, otra que devuelva a los orígenes el poder judicial y una tercera y esencial que eleve los puestos políticos al nivel de Secretario de Estado, es decir al gobierno, y como mucho un jefe de gabinete para cada uno, que los asesores los pague cada uno de su bolsillo, o  es que dentro de la administración no tenemos a ningún experto de nada. Y por cierto a mi me gustaría que cada uno conociese el nombre del diputado que con su voto salió elegido, el último de la lista que consiguió encaramarse a los leones de las Cortes, ¿conocerá algunos de nuestros  problemas?

            Continuara…