lunes, 10 de noviembre de 2014

La educación, las notas y otras novelas

       No se si vosotros que me leéis me conocéis y no se si me importa. Si así es y tratáis a mis hijos creo que podréis entender mejor de lo que voy a escribir. La educación de mis niños me preocupa. Es nuestra obligación dejarles lo único que, salvo tragedia, no pueden perder. Para la mayoría soy un afortunado. Tengo dos hijos maravillosos que no dan problemas y encima me han traído buenas notas. Todavía están en primaria y no tiene edad, pensaréis pero mi razonamiento cabe a todos o espero que lo haga.

       Primer asunto, ¿son tan importante las notas? Parece una pregunta de perogrullo. Por supuesto que lo son, diríamos todos. Mucho más lo es aprender, diré yo. De que sirve aprobar si ni sabemos redactar una simple carta, mantener una sencilla conversación en inglés o calcular una regla de tres. Y se de que me hablo. El problema de las calificaciones viene del hecho que cada actor en el asunto se aproxima desde puntos de vista distintos. Los chicos se sienten presionados con la selectividad, los buenos, y con aprobar, los otros. No se sienten orgullosos de saber resolver un difícil problema de Física sino de que su profesor le ponga un 9 en un examen, si ha sido copiando es que es habilidoso. Los colegios quieren que sus pupilos saquen la mejor calificación posible en la selectividad y los padres igual. Si no saben donde está Groenlandia o diferenciar el estilo gótico en piedra meses después de un examen, a quién le importa.

Esta reflexión me lleva a la segunda, ¿sirve aprobar sin aprender? Para tener vacaciones por supuesto, pero pasados los años, ni sabemos inglés, ni matemáticas y ni hablar de historia o geografía. Hay que cambiar el chip. Para conseguir nuestras metas en la vida,  no sólo las profesionales, es cuestión de aptitud y de actitud. Aprobar demuestra que en momento determinado demostramos que somos aptos, si, pero si nuestra actitud fuera la adecuada habremos aprendido la materia y será nuestra para siempre. El avanzar es cuestión de actitud, si aprendemos lo que venga será más fácil. En cambio, si sólo aprobamos o inclusive sacamos nota pero no miramos mas allá del examen, en el futuro plantearemos los problemas de la misma manera, de mayor trampearemos. En el fondo somos resultadistas, pocos hacen algo bien sólo por el mero hecho de que las cosas deben hacerse de esa manera. De esa manera seremos mediocres toda la vida.