domingo, 23 de junio de 2013

El besador

El otro día camino de la oficina me encontré con un grupo de tres amigas que charlaban tranquilamente en una terraza. A una la conozco desde adolescentes,  a las otras. madre e hija, desde hace años, más de diez. Me acerque y les di un casto beso. La mayor alegre comentó: "no se los años que hace que un hombre no me besa". A parte de la carcajada general el comentario fue una sorpresa y para mí una indignación, ¡no es de justicia que nadie no reciba al menos un beso al día! En ese momento se me declaró besador oficial.

La simpática anécdota me ha llevado a una reflexión: nos besamos, abrazamos o sonreímos poco, más bien, muy poco y ahora con la crisis, casi nada. Cada día encontramos menos personas cariñosas. Hay muchas que son educadas, una mayoría al menos correctas pero pocas cariñosas. Nadie tiene tiempo para hacer cosas gratis, pequeños detalles que cuestan poco o nada, pero que harían la vida más agradable. Creo que muchas cosas pueden cambiar con muy poco. Una sonrisa, un beso o un abrazo no suponen el más mínimo esfuerzo pero tienen un efecto multiplicador. Una sonrisa trae otra al igual que una coz trae otra coz.

El debate parece fatuo, pero no hay nada más lejos de la realidad. Lo que subyace debajo de todo nuestro comportamiento, aparte de mala educación, es una amalgama de mala leche e indiferencia, todo aderezado con una pizca de egoísmo. Pasamos tanto tiempo lamiéndonos las heridas, yo el primero, que no vemos lo que pasa por nuestro alrededor. No nos damos cuenta que mirando a los demás mejoramos nuestra vida, si empatizamos los entenderemos. No es cuestión, por sí sólo, de ser simpáticos sino de saber con quién nos relacionamos, conocerlos y mejorar nuestra actitud para con ellos. Con todo esto posiblemente cambiaremos en parte la visión que tienen de nosotros a nuestro alrededor, seremos nuestros mejores comerciales. La simpatía siempre acaba venciendo, si te paras y escuchas lo harán contigo en cambio en la guerra siempre encontraremos un guerrero más fiero.

En definitiva, brindo por aquellos que son generosos en sonrisas o abrazos y que no sean remisos en besar, todo ello de corazón, mostrando cariño no sólo por su sangre, que no es poco en algunos casos, sino también por  aquellos a quienes no piensa sacarle un euro. Después de todo lo que viene arriba no puedo más que ofrecerme a todo aquel falto de cariño. Si necesitáis, abrazo u hombro, ser oídos o un casto beso de buenos días, no lo dudéis, a cambio os pido que los repartáis. Espero que me sirva, no para ligar que ya ando ligao, sino para sacaros una leve sonrisa y quién sabe si vender aunque sea un poquito más de leche.